Es una verdad de la que no cabe duda que no habrá misericordia para los soberbios, que las puerta de los cielos permanecerán cerradas para ellos; que el Señor solo las abrirá a los humildes. Para convencerse, basta con abrir las Sagradas Escrituras, que nos enseña continuamente cómo Dios resiste a los orgullosos, humilla a los que se ensalsan, Dios otorga únicamente su gracia a los humildes.
La Humildad
"Si eres humilde y te vuelves a Dios,
y alejas de tu casa la injusticia,
y miras aún el oro más precioso
como si fuera polvo
o como piedras de un arroyo,
el Todopoderoso será entonces
tu oro y tu plata en abundancia".
(Job 22:23-25)
La Humildad debe estar siempre en nuestro corazón. Nos aleja del orgullo, de la vanidad, del engaño, del egoísmo y de la incomprensión. Dejémosla brotar en nuestras vidas para que nos inunde de sencillez. Así nos acercaremos a Dios, a nuestros semejantes y a toda la Creación.
Aprendamos del campesino que en silencio y con tranquilidad, sabe esperar a que la semilla brote, crezca y dé sus frutos.
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